lunes, 26 de septiembre de 2011

Bienvenidos al ilustre Club Diógenes mis queridos invitados.

Algunos recordaréis la antigua tradición de este Club británico por la cual sólo se permitía su acceso a caballeros y las damas eran vetadas. Los tiempos han cambiado, y es de sabios adaptarse y mejorar. Por ello ahora el Club no está restringido a nadie por sexo. Lo único que se necesita para formar parte del Club Diógenes es tener curiosidad.

La curiosidad es lo que ha impulsado a la Humanidad a lo largo de su sinuoso camino. Fue la curiosidad lo que espoleo la genialidad de algunos hombres y mujeres, lo que les llevó a los mayores descubrimientos.

La curiosidad carece de ideologías. Por ello en este Club no tienen cabida.

La curiosidad lo abarca todo, no hay nada pequeño o baladí para ella. En este Club todas las ideas son importantes, todos los temas son apasionantes.

Otras norma en la que se basaba el primer Club Diógenes fue en el silencio: Sus miembros debían de permanecer callados y una simple tos bastaba para ser amonestado.

De nuevo el devenir del tiempo sacude las rancias tradiciones, y ahora lo que prima en el Club es la comunicación. Cualquier idea, comentario o sugerencia será agradecida. Las ideas se alimentan de otras ideas, es necesario compartirlas con otras personas para que éstas ejerzan de caja de resonancia y las hagan mejorar.

Por supuesto, se supone que todo aquel que entre en el Club mantendrá unas normas básicas de respeto y decoro hacia los demás miembros, pues somos seres civilizados y no trogloditas.

De modo, que por favor, pasad, tomad asiento, coged una copa de ese brandy que está sobre la chimenea y disfrutad de la velada.

Os prometo que será interesante.